domingo, 15 de mayo de 2011

Crítica a la clase de filosofía


El día que el profesor nos mandó hacer una crítica de la clase de filosofía me plantee a mi misma encontrar algo que no me gustara para escribirlo aquí, algo concreto que pudiera pasar un día cualquiera. Todavía no lo he encontrado.
Sólo tengo que recordar cualquiera de las clases dadas durante el curso para darme cuenta de que me gusta como son, con las risas, los paréntesis psicopedagógicos y el cuadrado de la muerte. No cambiaria nada.
Y por si acaso no se ha deducido con lo anterior, admito que la clase de filosofía es mi favorita, pero no sólo de este curso, sino de todas las asignaturas que he tenido a lo largo de mi vida, y eso tengo que agradecérselo a nuestro magnífico profesor, el único que consigue que en los cincuenta minutos que pasamos con él aprendamos y nos divirtamos como en ninguna otra asignatura.
Sin duda mi profesor tiene la receta del éxito académico, repite las cosas todas las veces que sean necesarias, combina las explicaciones con graciosos ejemplos de cosas que nos suelen pasar a los adolescentes (sobretodo con dibujos, mi parte favorita), y le añade ese toque de humor propio que le caracteriza, lo que da como resultado un público expectante, motivado y atento, algo casi imposible de conseguir en una clase con treinta adolescentes…Y como adolescentes que somos, tenemos  nuestros momentos de alboroto que son cortados de raíz, de nuevo, gracias a su propio método: el cuadrado de la muerte. Nunca creí que un par de líneas en una pizarra pudieran dar el miedo necesario como para conseguir lo que no consiguen las amenazas, callar en un segundo a treinta adolescentes gritones. Sin duda debería patentarlo.
Otra cosa que suele pasar, es que durante la clase se realizan preguntas que nos van derivando de un tema a otro, y acabamos hablando de algo que necesariamente no tiene nada que ver con la filosofía, pero aún así al profesor consigue relacionarlo con el temario y nos enseña cosas bastante interesantes.
Lo que también me ha llamado mucho la atención es la actitud que mantiene el profesor hacia nosotros, demostrando superioridad y dejando claro en todo momento quien es el que manda y el que pone los límites, lo que mantiene la seriedad en la gente. También repite muy serio que no somos más que su trabajo, una mera herramienta para ganar dinero y que en realidad no le importamos, aunque claro, luego nos trae chuches el día de su cumpleaños y lo estropea todo…
Y para acabar, después de darle las gracias por sus apuntes (que nos han quitado un peso económico y material), hay que reconocer las oportunidades que nos da en sus exámenes, sobretodo explicándonos antes como y que preguntas pueden caer, y la posibilidad de subir la nota publicando en el blog.
Sin duda, mi profesor de filosofía no es sólo mi profesor, también es mi héroe…

No hay comentarios:

Publicar un comentario